¡Ve con esta tu fuerza!


“El Señor lo miró fijamente, y le dijo: Con esa misma fuerza que demuestras, vas a salvar a Israel del poder de los madianitas. ¿Acaso no soy yo quien te está enviando?” (Jueces 6:15).

El libro de los Jueces revela con gran acentuación el cuadro espiritual, moral y socio político del pueblo de Israel, una vez se asentaron en la tierra prometida, la tierra de Canaan. Tuvieron que esperar 800 años desde que Dios le hiciera la promesa a Abraham hasta su cumplimiento. Jueces recoge un periodo de unos 400 años de serios conflictos, debido a que el pueblo dejo de oír la voz de Dios, y le restó importancia a su Ley. El libro presenta un declive en el liderazgo político, en el liderazgo sacerdotal (espiritual), y, por ende, en la comunidad. Cualquier semejanza con lo que hoy vivimos no es pura coincidencia. El libro presenta un ciclo que se repetía una y otra vez: el pueblo se olvida de Dios y caía en prácticas abominables; venía sobre ellos opresión y esclavitud; clamaban a Dios; Dios se movía a misericordia y los libertaba, utilizando líderes espirituales (jueces). Uno de estos fue Gedeón. Es significativo que, primeramente, Dios tiene que enviarle un profeta para recordarles el trato de amor y justicia que Dios había tenido con ellos a través de la historia, y su actitud de crasa desobediencia ante su Persona (6:8-10). Luego envió su ángel para hablarle a una persona cuya intención era levantarlo como líder espiritual. Pero esto no resultó nada fácil. ¿Por qué? Porque como hoy día, mucha gente habla de los problemas, pero no quieren ser parte de la solución que Dios quiere traer. ¿En qué condiciones encontró el ángel a Gedeón. “Sacudiendo el trigo para esconderlo de los madianitas (6:11). Se había convertido en una víctima del “status quo”. Dios siempre está interviniendo en la historia, precisamente, para romper con una condición que nos mantiene temerosos y escondidos. ¿Cómo reaccionó Gedeón a la propuesta divina de que él sería parte del plan de Dios para cambiar las cosas? Cuestionó dos cosas:

1) Que Dios fuera capaz de cambiar lo que se estaba viviendo.

2) Que fuera cierto que él podía ser usado por Dios para ser parte de ese cambio.

El preguntó si las maravillas que Dios había hecho en el pasado, las cuales él las había escuchado de sus antepasados, eran posible en la actualidad. Fue más allá, estaba convencido que Dios los había abandonado. Cuando se trató de que él pudiera ser la persona que Dios utilizaría, sacó a relucir su incapacidad y lo pequeño y humilde de su tribu (media tribu o comunidad de Manasés), y su familia. Si nos miramos con nuestros propios ojos o quizás a través de la opinión de los demás, nos veremos cómo poca cosa. Por eso, es mejor vernos según lo que dice Dios de nosotros, para tener la estima correcta. La respuesta del ángel del Señor (algunos creen que fue una pre-encarnación de Cristo), fue: “Ve con esta tu fuerza”. ¡Qué reto!

1) la fuerza que usamos para protestar y quejarnos, la podemos usar en su lugar, para ser positivamente productivos. La queja y la auto victimización nunca nos hará avanzar;

2) Dios no quiere traer gente que está fuera de un problema o situación difícil para ser la solución. Él levanta gente en medio de la situación para convertirse en agentes de cambio. Cristo habitó entre nosotros, y se convirtió en nuestro Camino, Verdad y Vida (Juan 14:6).

3) A quién Dios llama a ser su siervo le confía su respaldo: ¿Acaso no soy yo quien te está enviando? Dejo dos preguntas a considerar: ¿En qué fuerza estamos actuando? ¿Qué resultados estamos obteniendo?

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