Fe y Esfuerzo


“Tu fe mueve la mano de Dios…” Tal vez, hemos cantado esa canción muchisimas veces en nuestra vida. Pero quiero enfatizar cómo personas por su fe, aceleraron tiempos y provocaron milagros que no estaban en la agenda de Dios. Juan 2:3-5 relata: “Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.” Jesús no tenía en agenda hacer un milagro pero su madre abrió ese tiempo de milagros. He escuchado personas decir que Jesus lo hizo porque no podia negarsele a su madre… Y aunque es cierto que los padres tienen una autoridad mayor que las que puedan tener otras personas sobre nosotros, creo que Jesus lo hizo principalmente por la fe de ella. Me baso en otros casos… Hubo otra mujer que también provocó otro milagro no agendado y esta mujer era una extranjera. Marcos 7:24-25 y Mateo 15:24-27 relata que Jesus

“Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies… “Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. … No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.”

Jesús estaba cansado, quería esconderse de la gente y le estableció a esta mujer que sus milagros eran para los judíos. Pero esta mujer con su humildad y perseverancia agradó tanto a Jesús que logró cambiar Su decisión y acelerar el tiempo de Su manifestación sobre el pueblo gentil.

“Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.” Mateo 15:28

Otro ejemplo es la mujer del flujo de sangre que provocó otro milagro sin que Jesús si quiera lo pensara y que relata Marcos 5:25-34.

Quiero recalcar que en ninguno de los tres casos hubo dejadez ni falta de esfuerzo. Veo que muchas veces en nuestras oraciones impera la irresponsabilidad de dejarle todo a Dios. Oramos: “Señor, dale de comer al que no tiene”, “Señor, trae a los perdidos, háblales…” Pienso que Dios al recibir estas oraciones, nos mira y dice: “Eso te toca a tí pues tú eres mis manos, mis pies, mi boca…”. Creo que la materia prima para un milagro es la fe pero acompañada de nuestro trabajo y esfuerzo como en estos dos casos que relato. María sabía que Jesus haria el milagro pero dio las instrucciones a los que servían. La mujer extranjera así como la del flujo de sangre tuvieron que hacer sus arreglos, arriezgarse, movilizarse, humillarse y perseverar para obtener su milagro.

Creo firmemente que para levantarnos como pueblo de Puerto Rico necesitamos la fe de lo que Dios va a hacer pero necesitamos trabajar, y poner todo nuestro esfuerzo. ¡Hagamos TODO lo que podamos… y entonces Dios harà el resto!

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