¡Una misión difícil, pero necesaria!


“Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino”  (Jonás 3:1-3).

Te has preguntado, ¿cuál es la misión o misiones que Dios espera que tú realices? Muchas de ellas, sin duda, te desafiarán y aún te sorprenderán, por lo difícil que parecen ser. Creo que esas “misiones difíciles” son las que mayor resultado producen, ya que nos hacen depender completamente de Dios para lograr cumplirlas. Consideremos, como ejemplo, la misión que Dios encomendó a Jonás, un profeta que provino de una región conocida como Gat-hefer, cerca de Nazaret, y que sirvió aproximadamente entre los años 793-753 a. C. Es el único profeta mencionado en el Antiguo Testamento, cuya misión se da fuera de las fronteras de Israel. ¿Qué podemos aprender de la misión de este profeta?:

1) El reto de Dios para su vida: “Vino palabra de Jehová a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí” (1:1,2). Dios no le dio una sugerencia u opción; tampoco le preguntó su parecer sobre la misión a cumplir. ¡Le dio una orden! ¿Quieres cumplir una misión para Dios? Él te dirá lo que debes hacer, y él pondrá las condiciones sobre cómo debes hacerla. ¿Parece difícil? De primera intención: sí. Pero lo significativo de esto es que él ve un maravilloso potencial en nosotros, que nosotros quizás no lo hemos descubierto aún.  Si la misión fuera fácil, no necesitaríamos de la ayuda de Dios para nada.

2) La respuesta y actitud de Jonás: “Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis, y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová” (1:3). ¿Puede alguna persona creer que puede “huir” de la presencia de Dios? Jonás lo creyó; y tomó una ruta opuesta a la misión que Dios le ordenó. Es interesante observar que la decisión de Jonás lo llevó al descenso: “descendió a Jope”; “descendió al interior de la nave que abordó para echarse a dormir”; y luego, “descendió al mar”, ya que lo echaron al mar para que se aquietara la tormenta. ¿En qué dirección nos encontramos? ¿En la de huir o en la de cumplir?

3) La confrontación: “Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos” (2:6). ¿Puede una persona con un llamado de Dios “echarse a dormir” en tiempos de crisis? Hay personas que no están cumpliendo su llamado y misión de vida, porque se han distraído o desviado del propósito de Dios. Cuando más se necesita a un hombre o a una mujer de Dios es en tiempo de crisis.

4) Dios utilizó un instrumento drástico e inesperado para volver a Jonás a su plan original: “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches” (1:17). De este incidente habló Jesús en su ministerio (Mateo 12:38-41). Así que fue algo real y extraordinario. Algunos opinan que Jonás murió dentro del pez, y que Dios lo levantó para que cumpliera con la misión. Definitivamente que tenemos que morir a nuestro “yo” para que la misión de Dios se convierta en nuestra prioridad.

5) La misión es para bendecir a otros que están esperando que nosotros la cumplamos solícitamente: “Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” (3:4,5). Jonás fue un instrumento de Dios para cambiar el corazón de los habitantes de una gran ciudad. Sólo bastó un día para que un pueblo endurecido reaccionara creyéndole a Dios y dejando su manera de vivir. No creo que Jonás haya cumplido su misión con el mayor entusiasmo; pero la cumplió. Algo más, él esperaba que la ciudad fuera destruida por su sentimiento patriótico y por su odio a los asirios, debido al abuso que estos cometieron contra Israel. Pero el resultado fue diferente: Dios, al ver la humillación y arrepentimiento de los habitantes de la ciudad, comenzando con su primer ejecutivo, les extendió misericordia. Aún no tenemos una idea de las cosas extraordinarias que Dios puede hacer cuando determinamos cumplir la misión que él nos ha encomendado. Determinemos, entonces, hacer lo que él nos ha encomendado: “Mas no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). 

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