¡Ellas se atrevieron!


La Biblia reconoce el lugar que ha tenido la mujer en la historia, aún en medio de culturas altamente “machistas”. Destaca sus virtudes, como lo hace en el poema acróstico de Proverbios 31: 10-31. He aquí dos cualidades (entre muchas) a señalar:

Estima: “porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Es decir, su belleza radica más en su personalidad (carácter).

Valentía: “ciñe de fuerza sus lomos y esfuerza sus brazos. Ve que va bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche”. Es, definitivamente, diligente en lo que hace.

A esto podemos aplicar un pensamiento anónimo encontrado en las redes sociales: “Una mujer valiente defiende sus ideas, cuida lo que ama, no cambia de pensar a pesar de la reprensión, siempre estará dispuesta al cambio si le es de beneficio de sus semejantes, y luchará por lo que es más importante para ella…” Para la mujer virtuosa que se describe en Proverbios 31, lo más importante es Dios y su familia. He aquí algunas mujeres valientes de la Biblia y su aportación:

1) Sara: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido” (Hebreos 11:11). Sara es la primera mujer que se menciona en la lista de aquellos siervos de Dios que se destacaron por su fe. ¿Quién pensaría el que se pudiera dar a luz a los 90 años? ¡Sólo Dios! Pero Dios, que es poderoso, le prometió: “Y la bendeciré, y también te daré (a Abraham) de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella” (Génesis 17:16). Dios no solamente habla del milagro de poder dar a luz a una mayor edad, sino que sus generaciones serían gente de propósito que cambiaría la historia. Ella se atrevió a creer.

2) Débora: “Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté; me levanté como madre en Israel” (Jueces 5:17). Débora es la única gobernadora y profetiza que se levantó en los tiempos de los jueces (ver 4:4,5). Su función consistía en: procurar que la comunidad reconociera sus pecados, se arrepintieran y volvieran a Dios y a sus leyes. Además, aconsejaría al pueblo militar a cómo enfrentar a sus enemigos. Exhortó a Barac para enfrentar a los enemigos en la guerra, y también le acompañó. Su liderazgo y valentía hizo la diferencia.

3) Rut. Fue una mujer de compromisos firmes: “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; y así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos” (Rut 2:16,17). Rut, una extranjera moabita, determinó tomar cuidado de su suegra Noemi, y no abandonarla. La gente de compromisos firmes tendrán grandes recompensas.

4) Ester: “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca” (Ester 4:16). Ester se arriesgó, a costa de su vida, para salvar a su país.

5) María: “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). María fue la sierva que Dios escogió para que fuera la madre terrenal de Jesús. ¡Qué disposición de una joven para hacer la voluntad de Dios, aun considerando que eso pudiera costarle la vida, ya que estaba comprometida para casarse con José.

6) La mujer cananea: “Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (Mateo 15:27,38). Una madre extranjera que se atrevió a presentarse delante de Jesús para interceder por su hija. Fue capaz de reconocer que unas simples “migajas de fe” en Jesús, podían hacer la diferencia para sanar a su hija.

7) Loida y Eunice, una abuela y una madre, respectivamente, que formaron a sus generaciones con una “fe no fingida”: “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2 Timoteo 2:5) ¿Qué compromiso con Dios ven nuestros hijos y nietos en nosotros? ¿Es este compromiso una prioridad para la formación de nuestras generaciones? Pablo reconoce que lo que sucedió en la casa de Timoteo, hizo la diferencia en él como un joven de una “fe no fingida”.

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