¡Vivamos con expectativas!


La palabra que prediqué el primer domingo de este año 2017, fue precisamente basada en “expectativas”. Tanto para la despedida como para el comienzo de un nuevo año recibimos los mejores deseos de familiares, amigos, y aún de personas no tan conocidas, diciéndonos: ¡Feliz Año! Esas expresiones son muy buenas y bien recibidas, sin embargo, a ellas debemos añadir aquellas metas, ajustes y cambios que queremos poner en acción. El periodista A. Godin dijo: “La calidad de nuestras expectativas determina la calidad de nuestras acciones.” Las mejores expectativas son aquellas que el Dios del cielo siembra en nuestro ser.

Consideremos los siguientes ejemplos: Abraham, le creyó a Dios, y aceptó su invitación para moverse a una tierra que Dios le mostraría, la cual vino a ser la tierra prometida. Le creyó a Dios cuando le dijo que le daría una descendencia, aun cuando era viejo y su esposa era estéril (Génesis 11:30; 12:1-3). Job creyó que en medio de su gran crisis podía presentarse ante Dios, sabiendo que Dios lo atendería y le daría respuesta oportuna (Job 23:3-6). Daniel tenía certeza que Dios podía revelarle el sueño olvidado de Nabucodonosor, junto con su interpretación. Esto fue algo que ningún otro sabio de su tiempo pudo pensar que fuera posible (Daniel 2:1-23). Otro ejemplo lo encontramos también en el caso de la mujer enferma por 12 años, con un flujo de sangre. No solo sufría de una condición que se consideraba como “inmunda”, sino que se le prohibía estar en público, y aún más, tocar a un Rabino. Sin embargo, su expectativa fue: “Con solo tocar su manto, seré salva” (Mateo 9:21). Las expectativas en Dios son las más confiables, porque son sostenidas, recordadas, e inspiradas por él mismo. Las expectativas en Dios producen movilización. Moisés, por ejemplo, le creyó a Dios y caminó a través del desierto para que Israel llegara hasta la tierra prometida (Hebreos 11:27).

Las expectativas en Dios producen gran gozo. Es como la parábola de Jesús sobre el hombre que encuentra un tesoro escondido, y de gozo, compra todo el campo (Mateo 13:44). Las expectativas en Dios nos hace superar obstáculos. Un vivo ejemplo de esto fue Nehemías, quien logró reconstruir las murallas y puertas de Jerusalén en 152 días, aún frente a amenazas, escarnios y distracciones (Nehemías 4:1-4; 6:1-15). Permítele al Señor llenar tu corazón de expectativas para este nuevo año. “Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará” (Salmo 37:5).

share

Angel Esteban es ministro, conferencista, autor y es Pastor Principal de la Iglesia Cristiana de la Familia en Ponce, Puerto Rico.

Recommended Posts

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *