¿Qué pide Dios de nosotros?


“Ahora, pues, Israel, ¿Qué pide Jehová tu Dios de ti?, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad. He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella” (Deuteronomio 10:12-14).

¿Cómo se les llama a esas preguntas que contienen en sí mismas la contestación? Son interrogantes retóricas, y su fin es reforzar un criterio. Ese es el caso de lo que plantea Moisés, en este texto de Deuteronomio 10:12-14. Moisés el escritor del Pentateuco (primeros cinco libros del AT); y Deuteronomio cierra esta colección. ¿Qué se destaca de este libro? Más que la ley y los mandamientos mismos, se destaca el carácter de Dios. Más de 250 veces aparece la expresión “Jehová vuestro Dios”. Moisés dedica los últimos momentos de su vida para instruir al pueblo por entrar a la Tierra Prometida, a que su enfoque de vida no estuviera ni en ellos mismos, ni en el disfrute de una tierra que habrían de poseer, sino en Dios mismo. ¿Qué pide Dios de nosotros? Esta no es solo una pregunta confrontativa  para aquellos tiempos, sino que nos aplica también a nosotros. En una sociedad marcada por la exigencia que ponemos en otros, y aún en Dios, para satisfacer nuestros deseos, podemos caer en individuos enfocados más en poseer, que en ser. Cuando uno decide agradar a Dios primero, todo lo demás “vendrá como añadidura” La pregunta, según el texto, lleva implícita la contestación en cuatro requisitos:

1) “que andes en todos sus caminos”. Dios será mi Dirección para mi diario vivir, de principio a fin. Mi amigo Alberto Mottesi solía decir: “Cuando Dios viene a tu vida, te invita a moverte al asiento del pasajero, para él ser el conductor”.

2)“que lo ames” ¿Qué estarías dispuesto a hacer por alguien que amas de veras? Estaría dispuesto a entregarlo todo. ¡Qué poderoso, cuando amamos a Dios así! El así nos amó, por eso lo entregó todo (su HIJO) para salvarnos. No existe verdadera intimidad, si no hay verdadero amor.

3) “y le sirvas con todo tu corazón” El término “servir” en hebreo tiene la misma raíz que “adorar”; y adorar implica “rendir o postrar la voluntad a quien es el objeto de adoración: DIOS. 4) “guardar los mandamientos”. Los seres humanos tenemos la capacidad de guardar, es decir, de internalizar un recuerdo, una experiencia, un sentimiento o una enseñanza. Cuando “guardamos los mandamientos de Dios”, los hacemos tan parte de nosotros, como lo es la comida. Estos son cuatro principios indispensables para la vida: dirección, amor, servicio, obediencia. El libro de Eclesiastés, escrito por Salomón, luego de plantear la inutilidad de una vida basada en lo que es vanidad (algo que ni satisface, ni permanece), concluye de la siguiente manera:

El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala

Eclesiastés 12:13 Reina Valera 1960

¿Qué espera Dios de mí? Definitivamente, es una pregunta que nos acompañará siempre.

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