¡No pierdas el enfoque!


“Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumidor de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios. Por lo tanto, consideren a aquel que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores, para que no se cansen ni se desanimen” (Hebreos 12:1-3).

Hace muchos años conocí a Tino Wallenda, uno de los nietos mayores del famoso equilibrista del siglo veinte, Karl Wallenda. Tino también era un funambulista (es el término correcto, derivado del latín, que se utiliza para aquellos que caminan sobre una cuerda de acero, y con una vara para balancearse; “funis”, soga y “ambular”, caminar). Tino, ha ministrado sobre la cuerda en cárceles, iglesias, y en diferentes escenarios de grandes alturas. Lo hizo un par de veces en nuestro santuario. Una cosa que él nos enfatizaba con gran vehemencia era el siguiente principio: “nosotros, los que caminamos sobre una cuerda tenemos que mantenernos enfocados en un único punto, mientras llevamos a cabo la peligrosa caminata; de eso depende nuestra vida.” ¿Cuán importante es el que vivamos enfocados? ¡Todo depende de eso! Hebreos 12 nos exhorta a que nuestro mayor enfoque sea el poner la mirada en Jesús. Esto primeros versos son la continuación de la larga lista de algunos hombres y mujeres, del Antiguo Testamento que vivieron y caminaron por la fe (ver Hebreos 11).

El texto también nos exhorta a que hay dos cosas esenciales que tenemos que sacar de nuestra vida: el pecado, y las cargas innecesarias. Compara, también, la vida cristiana como una carrera de resistencia, la cual tenemos que seguir hasta el final. ¿Cómo? Enfocados en Jesús: en su ejemplo de vida, y en su continua presencia en esta travesía, la cual se da en medio de oposiciones, distracciones, dificultades y estados de ánimos cambiantes. El vivir enfocados no nos hará ni que miremos atrás ni mucho menos que volvamos a lo que ya pasó. El apóstol Pablo decía: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo a lo que está delante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!” (Filipenses 3:13,14). Tampoco hará que nos detengamos: “Pero el Señor dijo a Moisés: ¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los hijos de Israel que sigan su marcha!” (Éxodo 14:15). El pueblo de Dios no puede detenerse cuando Dios ha dado una orden de marchar. No podemos desenfocarnos por los vientos que nos azoten. Cuando Pedro vio a Jesús caminar sobre las aguas pidió a Jesús permitirle caminar hacia él. Fue un acto de fe, que inició cuando estuvo dispuesto a salir de la barca para llegar a Jesús. ¿Que nos dice el relato?

“Pedro le dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya hacia ti sobre las aguas. Y él le dijo: Ven. Entonces Pedro salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero al sentir la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame! Al momento, Jesús extendió la mano y, mientras lo sostenía, le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:28-31).

El miedo hunde, pero la fe en Jesús nos hace creer, confiar y atrevernos a hacer lo que en lo natural parece imposible. El vivir enfocado nos hace rechazar las ofertas que parecen “verse bien”, pero que su origen y fin son diabólicos (ver Mateo 4:1-11). Si el diablo tentó a Jesús con ofertas que apelaban al deseo carnal, que eran atractivas a la vista, y que promovían la fama y el orgullo; también lo hará con nosotros. ¡No caigamos en tales trampas! Y si caíste, arrepiéntete y apártate del mal. Jesús enfrentó todo tipo de oposición para que no se completara su obra redentora.Pero nada impidió que culminara con un ¡Consumado es! Es decir, ¡todo se completó! No te canses, ni te desanimes. Determina, como Jesús, menospreciar todo oprobio pasado y presente que haya venido contra ti. Desenfócate de lo que no edifica, y pon tu mirada en Aquel que te sostendrá en toda tu jornada de fe.

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Angel Esteban es ministro, conferencista, autor y es Pastor Principal de la Iglesia Cristiana de la Familia en Ponce, Puerto Rico.

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