Identificando el verdadero enemigo


A menudo recibo personas a quienes les brindamos ayuda pastoral y uno de los problemas que tienen es que están identificando al enemigo incorrecto. Prácticamente todos llegan con una mentalidad de víctimas (“Mira lo que me hicieron…”) y le echan la culpa al diablo y a todos a su alrededor. Recuerdo una mamá que en un momento le dijimos que su niño estaba mordiendo a otros niños y la mamá me dijo: ¿”Cómo lo voy a regañar si el diablo es el que hace que muerda a los demás?” Tenemos que entender que el diablo tiene límites puestos por Dios. Nos asegura la Palabra que ninguna arma forjada del enemigo prosperará en contra de los hijos de Dios. (Isaías 54:17). Dios nos dio la autoridad para gobernar (Gn. 1:28) pero a veces somos nosotros los que al tomar malas decisiones, participamos de las obras del maligno y le damos autoridad en nuestra vida. Veamos este ejemplo: Alguien viene diciendo que tiene una crisis económica. Argumenta que el diablo está atacándolo (muy común). Al indagar vemos una persona que ha tenido varios trabajos y a la vez que hay algo en el trabajo que no le gusta renuncia aún sin tener otro trabajo. Pregunto: ¿Quién es el verdadero enemigo? ¿Es el diablo o es la inestabilidad emocional de esa persona que no ha aprendido a vencer obstáculos? En un caso así, la persona puede decretar, hacer guerra espiritual, ir en contra de todos los espíritus de miseria, escases etc., pero si no trabaja su área emocional veremos pocos resultados porque no está yendo contra el verdadero enemigo, que no está afuera sino dentro de la persona.

El enemigo es la irresponsabilidad y la inconsistencia… Es el miedo que lo lleva a huir ya que, esa persona en su niñez cada vez que enfrentaba un obstáculo, sus padres lo resolvían sacándole del club, deporte o de la actividad donde enfrentaba el problema. Aprendió que la forma de resolver era escapando y hoy confronta crisis en todos los aspectos de su vida. Le echamos culpas a los hijos, padres, cónyuges, pastores de lo que nos pasa. Tengamos la integridad de asumir responsabilidad de lo que nos acontece. El identificar el verdadero enemigo muchas veces requiere de un proceso para el cual a veces no estamos preparados: AUTOEVALUACION. Hasta que esto no ocurra no veremos resultados. Autoevaluarnos requiere madurez. Es dejar de echar culpas a los demás, dejar de señalar hacia afuera y comenzar a señalar hacia adentro para que el Espíritu Santo haga lo que tenga que hacer en la formación de nuestro carácter. Mientras nos veamos como víctimas, estaremos heridos y no veremos crecimiento. Pero si asumimos responsabilidad y vamos contra esos enemigos (que comúnmente son los rasgos negativos de carácter) y los vencemos creciendo en el autogobierno que nos da el Espíritu Santo, podremos disfrutar la VICTORIA que Dios ya nos ha dado. Oro por esa sabiduría para nuestras vidas a fin de identificar quién es el verdadero enemigo y poder vivir en la Victoria que nos ha sido otorgada.

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