El valor de lo que se había perdido

El valor de lo que se había perdido

La historia de Zaqueo enmarca el tema principal del evangelio de Lucas: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Este relato describe varios aspectos relevantes:

1) el lugar: la ciudad de Jericó se había convertido en dos ciudades de por sí: la antigua, que nos narra el libro de Josué (caps. 2 y 6), la cual fue destruida por causa de su impiedad, y la que reconstruyeron a unos kilómetros. En la antigua, se relata la historia de una mujer ramera, Rahab, quien fue salvada junto a su familia, porque le creyó a Dios (ver Josué 2:11-15; 6:25; Hebreos 11:31). En la reconstruida, se narran dos historias en las cuales Jesús manifiesta su amor y misericordia a dos ciegos mendigos, a los cuales atendió y sanó (Marcos 10:46-52), y la historia de Zaqueo, a quien salvó.

2) la búsqueda: se da en ambas direcciones. Primero, hay un Salvador maravilloso que vino a buscar y a salvar lo que se ha perdido, y, segundo, hay personas como Zaqueo, que son “ricos” pero que están insatisfechos por el vacío de sus vidas y quieren conocer a Jesús. Zaqueo insistió en su búsqueda al punto tal que se trepó a un árbol para siquiera verlo.

3) la invitación: es el único relato en los evangelios donde Jesús se auto invita a la casa de una persona: “Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (Lucas 19:5). Jesús lo llamó por su nombre, manifestó su prioridad en atenderlo, y creó una cita íntima en el seno de su hogar. ¿Qué les parece?

4) el resultado: Jesús fue a morar a esa casa, e hizo la diferencia en la vida de Zaqueo. El término “morar” implica más que una visita casual. ¡Implica quedarse!

Este acontecimiento se ha repetido una y otra vez a los largo de la historia. Tenemos a un Dios amoroso e insistente que no quiere que ninguno perezca, como dice 2 Pedro 3:9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Por otro lado, tenemos a una humanidad que no alcanzará jamás su pleno propósito y razón de vida hasta que no se encuentre con su único y suficiente Salvador Jesucristo. En eso es que consiste el Evangelio. El apóstol Pablo decía: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a un mayor número” (1 Corintios 9:19). La misión de la iglesia es precisamente el buscar, alcanzar y salvar a un mayor número de personas en el nombre de Cristo. ¡Que esa misión, entrega y pasión nunca pase a un segundo plano! El reconocido pastor Rick Warren cuenta en su tan exitoso libro, Vida con propósito, la historia de su moribundo padre, quien en los últimos minutos de vida quería levantarse de su cama, porque decía que todavía había “uno más para Cristo que ganar”. Estas palabras se convirtieron también en la última encomienda que dejó a su hijo. Todavía quedan muchos por salvar; no retrasemos nuestra misión.

share

Recommended Posts

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *