El sacrificio que lo cambió todo


“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10:12-18)

La Semana Santa es más que un ceremonial solemne. Es la fiesta donde se celebra el mayor sacrificio jamás realizado en la historia de la humanidad. No ha habido ni habrá un sacrificio como el del Hijo de Dios. Este poderoso sacrificio no sólo se circunscribe a la fe cristiana, sino que fue realizado por toda la humanidad; con el propósito de remover una carga que el ser humano por sí mismo no se puede quitar: la condenación. Cristo no es una alternativa religiosa, entre muchas, sino el único Camino que nos liberta del pecado, de la muerte y del infierno eterno. Lo que acabo de escribir suena para algunos como un “estribillo religioso” que carece de efecto, inclusive entre muchos que se reconocen a sí mismo como creyentes. ¿Por qué? Hay dos tendencias engañosas que se han entretejido en nuestra sociedad post moderna acerca de la fe bíblica: que es irrelevante, y que es extremista. ¿Qué ha estimulado esto? Hay varias razones:

1) que los humanos no necesitan salvarse de nada, porque no hay tal cosa como pecado;

2) que las verdades absolutas de la fe son algo del pasado, y se han sustituido por criterios personales circunstanciales; es decir, lo que es verdad para ti, no lo es para mí;

3) que existen otras “formas de salvación” que son menos drásticas, como lo representan otras opciones religiosas;

4) que no hay evidencias que hubo un Salvador que murió en la cruz;

5) que se prefiere la auto gratificación al reconocimiento de una entrega incondicional a Aquel que nos salvó.

La Biblia resume estas actitudes en lo que señala 2 Corintios 4:3,4

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; porque el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”

Si hay algo que convencerá al mundo es ver que nosotros, los redimidos, les testificamos con nuestras vidas el cambio, la entrega, el amor y la gratitud como fruto de haber creído a Aquel que dio su vida por nosotros. Si nosotros como creyentes caemos en una indiferencia, apatía o flojera espiritual, entonces, ¿cómo creerán los que están lejos del Señor? Por eso Pablo les dice a los Gálatas (y también a nosotros):

“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyo ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? …. ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (Gálatas 3:1,3).

El término “fascinar” viene de la raíz “hechizar o hipnotizar”. Creo que el gran engaño de Satanás va en esa dirección: “seducir, hechizar e hipnotizar” al mundo con un sin fin de cosas, para que no sean transformados por la Verdad. Les doy un ejemplo de esto: ¿sabía que hoy día las personas en las sociedades de avance tecnológico como las redes sociales, dedican una gran cantidad de sus vidas a vivir “conectados” a ellas. Sin embargo, en un estudio reciente, las personas dijeron que se sienten más solas que hace diez años. Es decir, ni los adelantos, ni mayores cosas que nos brindan placer y comodidad, han podido llenar un vacío existencial. En lugar de eso, pretendemos “taparlo”, “llenarlo temporera o superficialmente”, o “ignorarlo”. El sacrificio de Cristo seguirá teniendo la mayor relevancia para ambas cosas: la libertad y el propósito correcto de la humanidad. Es como lo dice Colosenses 2:13-15

“Antes, ustedes estaban muertos en sus pecados; aún no se habían despojado de su naturaleza pecaminosa. Pero ahora, Dios les ha dado vida juntamente con él, y les ha perdonado todos sus pecados. Ha anulado el acta de los decretos que había contra nosotros y que nos era adversa; la quitó de en medio y la clavó en la cruz. Desarmó además a los poderes y potestades, y los exhibió públicamente al triunfar sobre ellos en la cruz.” 

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