El llamado a pararse en la brecha


“Busqué entre ellos un hombre que levantara una muralla y que se pusiera en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que no la destruyera; pero no lo hallé” (Ezequiel 22:30)

El profeta Ezequiel es conocido como el “profeta del exilio”, ya que acompañó a cerca de 10,000 judíos llevados en cautiverio a Babilonia. Este primer exilio no fue tan severo como los que le siguieron. Ezequiel tenía la doble función de ser sacerdote y profeta. Es probable que su ministerio iniciara a sus 30 años, posiblemente en el año 593 a.C. Su ministerio, caracterizado en el libro profético que lleva su nombre, fue caracterizado por visiones, símbolos y descripciones muy gráficas sobre el estado de situación de Jerusalén y de ciudades vecinas. El experimenta momentos muy difíciles como: la insensibilidad de su pueblo, provocada principalmente por su inclinación hacia la práctica de la idolatría; las profecías falsas que prometían un pronto regreso del cautiverio, y la práctica del pecado personal y social como estilo de vida.

Ezequiel sufrió el dolor de la pérdida de su esposa, y la orden divina de no rendirle luto público (24:15-27), como un ejemplo de la actitud divina ante el caos y la devastación de Jerusalén. Es significativo destacar que su libro no sólo trata de la caída de Jerusalén y el cautiverio de sus habitantes, sino de las esperanzas futuras que Dios cumpliría. De hecho, el tema principal del libro es precisamente la manifestación de la gloria de Dios. Cuán importante es saber que en medio del dolor y la desesperanza Dios no abandona a su pueblo. Ahora, esto también implica que el pueblo crea y obedezca. En cuanto a la obediencia, Dios nos hace un llamado que es trascendental y necesario para la preservación de las naciones: ¡PONERNOS EN LA BRECHA! ¿Qué significado tiene esto? El ponerse en la brecha implicaba ponerse como soldados en medio del combate. Según el texto, Dios buscaba a por lo menos una persona que lo hiciera:

1) levantar un muro; es decir, levantar un contraataque y al mismo tiempo un cerco de protección con la Palabra de Dios y sus estatutos;

2) que se pare en la brecha; es la postura firme de un guerrero que se ubica en la apertura de un muro, dispuesto a ir al ataque para conquistar;

3) ponerse delante de Dios; es decir, presentarse de manera íntegra y dispuesta para estar y servir a un Dios santo que continuamente interviene en la historia y en los acontecimientos de su Creación;

4) ponerse a favor de la tierra; servir como intercesor(a), porque entiende dos cosas importantes: que Dios ama a la humanidad, por eso la llama al arrepentimiento, y que su misión es esencial como el atalaya que anuncia y advierte de los juicios divinos (ver Ezequiel 3:16-21);

5) para que la tierra no fuera destruida; por eso Jesús nos llama la “sal de la tierra” (Mateo 5:13), porque era el mineral que se utilizaba para evitar la putrefacción y el deterioro de los alimentos.

Lo peor que le podría pasar a la sal, era que perdiera su sabor, y por ende, su función. Leí de una acción heroica en medio del acto terrorista perpetrado en el Auditorio de Manchester (en Gran Bretaña), hace unos días, donde dejó un saldo de 22 muertos y 60 heridos. Una de las víctimas fue una joven de 32 años, Kelly Brewster, quien asistió al concierto junto con su hermana y sobrina. Cuando oyó la detonación, no pensó en sí misma sino en su sobrina de 11 años, recibiendo ella todo el impacto de la detonación. Su sobrina sobrevivió (al igual que su hermana), porque ella le sirvió de escudo protector. La fe cristiana se ha escrito con la sangre de los mártires que se han puesto en la brecha por amor a Dios y al prójimo. Que Dios encuentre en este tiempo hombres y mujeres como usted y como yo, que estemos posicionados donde El nos quiere: “delante de Él y a favor de la tierra”.

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Angel Esteban es ministro, conferencista, autor y es Pastor Principal de la Iglesia Cristiana de la Familia en Ponce, Puerto Rico.

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