¡El gozo de haber cumplido!


El relato bíblico de Lucas 10:1-24 nos habla de una misión encomendada por Jesús a unos 72 discípulos, aparte de sus doce iniciales. Hay unos detalles muy importantes (y aplicables a nosotros), que se destacan en esta narrativa:

1) Fueron comisionados o designados por Jesús. Ningún discípulo de Jesucristo hace una obra por iniciativa propia, sino que entiende que el Señor le ha llamado, y le ha especificado para cumplir una misión en particular. No improvisamos ni nos lanzamos a la ventura cuando se trata de servir a Cristo.

2) La misión es llevada a cabo en equipo. ¡Ese es el modelo bíblico! No hay “llaneros solitarios” en la empresa cristiana. Lo interesante aquí es que no se menciona el nombre de ninguno de ellos, ya que lo relevante era quien comisionaba, Jesús, y la misión per se.

3) La misión consistía en ir primero a los lugares donde Jesús habría de entrar más adelante. Es decir, nosotros con nuestra conducta y acciones, preparamos el lugar donde Cristo habrá de manifestarse. ¡Qué gran responsabilidad!

4) La misión demanda de más obreros. Así que como cumplamos la encomienda, así harán los que nos sigan.

5) La misión no será fácil (“como ovejas en medio de lobos”), pero contamos con la autoridad de Jesús para realizarla.

6) La misión comenzará en los hogares (“en cualquier casa donde entren”) e impactará a la comunidad.

7) La respuesta de las personas en cuanto al mensaje de Buenas Nuevas, bendecirá o maldecirá a la comunidad. Pero todos tendrán la misma oportunidad para creer, o no creer. Son las únicas dos opciones que tienen las personas.

8) El cumplimiento de la misión tiene un impacto poderoso contra el reino de las tinieblas (Jesús dijo: “Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo”.

9) La misión demanda el dar cuentas de los resultados a Aquel que nos comisionó.

10) La misión que cumplimos para Dios nos da un poderoso sentido de satisfacción y gozo, por haber sido parte de una iniciativa y acción divina.

Qué maravilloso ha sido el haber participado de la misión del Festival de Esperanza, llevado a cabo este fin de semanas. Ha valido la pena el haber orado e invitado a tantas personas que necesitan de Jesús. El gozo de habernos movilizado, como una iglesia unida en este país, para bendecir a nuestra comunidad. Hay un principio de vida que se encuentra en la Palabra: “todo lo que se siembra, se cosechará”. Cuando llevamos a cabo la misión con amor y diligencia, lo que se producirá en nosotros es la alegría de haber servido a Dios desinteresadamente. Copio un lema de la Ventana 4/14, la cual serví como uno de los coordinadores por más de seis años, y dice así: ¡Servir nos hace grande! Esta “grandeza” no se basa en nosotros mismos, sino en Aquel a quien servimos y en el fruto de lo que cosechamos para su gloria y la bendición de la humanidad. El apóstol Pablo exhortó a Timoteo, su hijo en la fe, de la siguiente manera:

“Pero tú conserva siempre el buen juicio, soporta los sufrimientos, cumple bien con tu trabajo” (2 Timoteo 4:5).

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Angel Esteban es ministro, conferencista, autor y es Pastor Principal de la Iglesia Cristiana de la Familia en Ponce, Puerto Rico.

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