¿Busco lo mío o lo que es de Cristo?


“Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio” (Filipenses 2:19-22).

La epístola a los Filipenses se escribió, junto a otras tres (Efesios, Colosenses, Filemón), desde la cárcel. El apóstol Pablo, su autor, se encontraba en su primer encarcelamiento en Roma, aproximadamente entre los años 60 al 62 d.C. ¿Qué le mueve a escribirle a los creyentes en la ciudad de Filipo? Primeramente, fue la primera iglesia que él fundó en el continente europeo. Segundo, ellos eran muy generosos a la hora de ayudar económicamente a los necesitados. Le enviaron una ayuda económica a los creyentes necesitados en Jerusalén (ver 2 Corintios 8:1-4), y también al mismo Pablo, cuando estaba en la cárcel (ver Filipenses 4:15,16). Pablo quería expresar su agradecimiento, y reconocerle esa virtud de desprenderse para ayudar a otros. Por eso era una iglesia donde abundaba el gozo en Dios. Tercero, Pablo quería conocer el estado de la iglesia, y que ellos conocieran su estado, aún en medio de la prisión: “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor” (Filipenses 1:12-14).

El apóstol Pablo contaba con colaboradores fieles para llevar a cabo la obra de Dios. Algunos de ellos fueron “compañeros de prisiones”, otros como Timoteo y Epafrodito, siempre estaban dispuestos a servir y ser enviados a donde fuera necesario. Sin embargo, hubo otros que anteponían sus propios intereses que los del Señor. ¿Habrá gente así en este tiempo? Pablo nos da el ejemplo de un “discípulo” llamado Demas: “Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” (2 Timoteo 4:10). El libro de Apocalipsis nos da también otros ejemplos: la iglesia de Éfeso: “que había perdido su primer amor”, es decir, el amar a Dios y al prójimo. Estaba tan ocupada en sus asuntos eclesiásticos, que se olvidó de Aquel a quien servían (2:4,5); la iglesia de Sardis, que vivía de “apariencias: “tienes nombre que vives, y estás muerta” (3:1); y la iglesia de Laodicea, que padecía de orgullo por su actitud de autosuficiencia: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…” (3:17). He sido una y otra vez confrontado con esa aseveración, y la planteo aquí en forma de pregunta: ¿Estoy haciendo lo mío o lo de Cristo? No quiero estar tan ocupado en mis asuntos o intereses, que me olvide que he sido llamado a cumplir la misión de Dios, y no la mía. He aquí tres consejos bíblicos para mantenernos enfocados en lo que nos ha sido encomendado:

1) “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). La cruz no es símbolo de carga, sino de identificación con Cristo.

2) “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

3) “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús” (2 Corintios 4:5).

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Angel Esteban es ministro, conferencista, autor y es Pastor Principal de la Iglesia Cristiana de la Familia en Ponce, Puerto Rico.

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